En una noche de confesiones – la misma en la que yo le dije a su socio que él era el amor de mi vida-, finalmente se rindió a la evidencia. “Tenés razón: es cierto lo que siempre me decís, y yo niego. Sí tenés lo mejor de mí. Hace un tiempo que lo vengo pensando. Con el resto del mundo soy un absoluto déspota. Sin embargo en tus brazos me convierto en esto: un hombre totalmente vulnerable, desnudo, tierno. Estar con vos me hizo ser mejor persona. Sin duda, sacás a relucir mi mejor parte.”
Pocas veces me había sentido tan amada. Significó una verdad arrolladora, marcando claramente un antes y un después. Fue una entrega inesperada. Algo se había quebrado para siempre. Ahora todo es posible.