Hoy hace un año que empezó esta locura, este tremendo amor de idas y venidas. (Lo recuerdo con exactitud porque, esa primera noche de tantas más que él pasó en casa, yo estaba tan feliz que no lograba siquiera entristecerme por la muerte de un angelical cuartetero –que, en realidad, sí lamentaba, pero no podía sacarme la sonrisa instalada-.)
Y me siento feliz como entonces. Estoy viviendo el amor que quiero en este momento, el mejor sexo que puedo imaginarme, con el hombre más sexy que se me cruzó en la vida. Y no quiero más que eso por ahora. Así, reservando toda la energía que otra relación me absorbería, puedo crear. Es justo lo que me está haciendo falta.
Hoy, con la cabeza más fresca que la semana pasada, más objetivamente, me di cuenta de lo que necesito. Y por qué esta relación es tan importante para mí: él es la única persona en el mundo que no me exige nada, que no espera nada de mí. Y eso me hace sentir libre y muy cómoda.
Leído por ahí: "Si hoy planea hacer que algo mejore, observe atentamente qué es lo que quiere cambiarle, y pregúntese: ´¿Es realmente necesario?´. Tal vez podamos encontrar deleite en celebrar las cosas tal como son, en vez de tratar de convertirlas en algo que no deben ser".
Me comprometo conmigo a sumarle a mi vida lo que siento que le está faltando: diversión y aventura.
Quiero viajar, correr, arriesgarme (y no precisamente a perder mi casa entre las garras de una hipoteca hambrienta, sino a vivir como predico: apasionadamente).
Que así sea.
Rutina diaria: 1 hora de viaje hasta la Catedral de San Isidro, colectivo 60 -Bajo- (55 minutos). Cargar o comprar botella de agua. Caminar 20 minutos, derecho por la senda, hasta el Espigón de Martínez. Allí, tomar media hora de sol (opción 2: sol en la plaza de la Ribera, justo atrás de la estación Anchorena del Tren de la Costa). Recargar agua. O, si ese día el bolsillo permite, darse el gusto de un cortadito en la terraza de “La Arboleda”, sobre el río. Deporte diario suficiente, placer diario suficiente, despeje absoluto de ideas nocivas.
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2 comentarios:
interesante este fragmento...
Un abrazo Gus.
un año de locura, !!!felicidades¡¡¡
me encantó este relato lo lei y lo lei, "es la única persona en el mundo que no me exige nada, que no espera nada de mí", esa parte no me gustó, no se porq talvez me identifico en eso.-
un abrazo
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