Fui al cine, nomás, a ver la película que él me había recomendado. El mensaje no estaba del todo claro. Y no era exactamente que hablara de nosotros. Pero la conclusión es inevitable: siempre nos amaremos, aunque no estemos juntos. “Pase lo que pase, siempre nos vamos a amar.” Sí. Típico de él. Que se conforma con esto, idílico, de vernos una vez por mes y que, de esa manera, todo esté siempre perfecto. Siempre mantenemos la emoción del primer día, de la primera vez, del primer beso. ¡¡¡Es que cuando vuelve ya no me acuerdo ni cómo era!!! Pero para mí, no siempre es suficiente.
Pero es lo que es. La opción es que simplemente no sea. Y no elijo eso. ¿Cuándo en mi vida me había sentido tan viva? Nunca. Nunca me había sentido tan presente como cuando él ronda. Despierta la totalidad de mis sentidos. No quiero dejarlo pasar.
Juntos brillamos como un millar de soles. Lo sé. Con total certeza.
Yo creo siempre en el amor, incluso cuando sé que no va a durar eternamente. Tengo que creer en el amor. Hay que creer en el amor. Es lo que nos salva: de la locura diaria, de la guerra interna, de la guerra externa. ¿Cómo no creer en el amor?
Qué tremendo terremoto significa que visite cada tanto mi vida... Es como una fiesta.
Nos hablamos despacito sin decirnos más que caricias. Me pregunto cuándo fue que creamos ese idioma secreto. En algún lugar entre el silencio, yo lo oigo. Si no está, sólo quedan palabras en una lengua que desconozco. Y entonces ya no entiendo nada.
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1 comentario:
es un acto de rebelión. uno de los únicos. cómo no creer en el amor...! aunque lastime...
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