lunes, 22 de septiembre de 2008

Positivo


Un hijo es una pregunta que le hacemos al destino.
J.M.P.

Mi maravilloso presentimiento se cumplió.
La visita a la casa de Ramiro fue mucho más que una cena compartida.
Aquí estoy yo, con casi treinta años, esperando un bebito. Y tengo ganas de bailar, pero también de correr hasta llegar lejos, bien lejos.
Rami lo tomó con una enorme sonrisa y emoción en los ojos. Que él sea el papá, haber hecho esto nosotros dos, juntos, me encanta. Es sólido, claro. Y hermoso.
Es una excelente confirmación de que, cuando las cosas cumplen su ciclo, hay simplemente que dejarlas ir. Porque lo mejor aún está por venir.
Es, también, la mejor respuesta que podía llegarme de qué hacer con mi futuro. Voy a estar ocupada siendo mamá. Y desde ahí todo va a ser para bien
La certeza de que es exactamente lo que tenía que ser nace, y me llena de cosquillas la panza.
Toman sentido la partida de Facundo y mi decisión de no seguirlo, la separación de él y la distancia que tácitamente elegimos, no haber encontrado trabajo en el exterior, y tantas otras cosas que, hasta este momento, tomaba como fracasos. Todo encuentra un camino hacia la razón, la verdadera razón: la vida. ¡Encontré una magnífica manera de estar más cerca de María Campana!
Todos a mi alrededor están contentísimos con la noticia. Hasta en mi recién estrenado trabajo me apoyan y contienen, me cuidan, me protegen.
Hay mucho por resolver, por supuesto. Pero no me da miedo: me siento con una lucidez y una claridad que nunca había tenido. Además, me siento fantásticamente, brillante, luminosa. Y feliz.
Me parece –estoy segura- que es un varón. Mi varón. ¡Un nenito! Para quien estar bien, entera, conciente, presente.
Ramiro propuso vivir juntos. ¿Será una inconciencia? ¿O simplemente la elección del Universo para que lleguemos a nuestro destino? Pero la actitud me pareció tiernísima. Y creo que estoy en condiciones de vivir algo así, ahora. Me siento comprometida a ser una familia a partir de ahora, y -¿quién lo hubiera dicho?- me fascina.