jueves, 8 de octubre de 2009

Amor civilizado

Compartí con él esto que me pasa de sentir que los hombres no confían en mí, y, a pesar de eso, las ganas que tengo de estar enamorándome de alguien que me ame, que me merezca, que me gane. Cree que necesito un hombre como él, que me ponga límites, que me acompañe, que me sorprenda. Y yo estar dispuesta a permitirlo.

La pregunta es: si necesito a su clon, ¿por qué no quedarme con el original? ¿Qué le parecería ser él el que veniera un día de éstos, con una ramo de flores y un anillo de esos de las películas, pidiéndome que sea su mujer? Hasta hace un tiempo, no hubiese dudado ni un minuto la respuesta. Pero, ahora, que soy mamá, se complica el trazado de mi futuro. Todavía me es difícil imaginarme esta casa con otro hombre que no sea su papá. Tal vez, con el tiempo...

Mientras nos bañábamos para irnos puse un disco. Uno de las canciones siempre me recuerda a él. Por supuesto que la letra captó su atención. Y le encantó. Era el único disco de Sabina que no conocía.

El lunes temprano le armé un paquetito primoroso, y se lo mandé a la oficina con una tarjeta que decía: “El tema se llama Contigo. Estará eternamente ligado a la memoria de tu piel en las mañanas”. No me llamó para agradecérmelo, pero cuando me pasó a buscar tenía la letra escrita en un papelito, arriba de la guantera del auto. Me dijo que hacía unos días que la estaba estudiando. Parece que pegó fuerte el mensaje.