viernes, 29 de mayo de 2009

Fachita

Llegó justo a la hora
en que los ángeles duermen.
Nació acunado
por el más grande amor.

En sus ojos grises
nada la nostalgia,
buscan el tesoro
en infinita dimensión,
entre las fuertes pestañas
encuentran a los míos
y estallan de emoción.

La piel es tierno nácar
que acapara caricias.
Sus manitos dibujan
juguetes en el aire,
dirigen una orquesta
de ilusión y mieles.
Él baila entre mis brazos,
es feliz,
pide más.

Su boca demandante
huele a manzana roja,
devora la vida a borbotones,
me inventa esta vocación.

El pelo se roba, despacito,
el sol de las mañanas de verano
y refleja lo incondicional.

Es mi hijo.
Mi verdad y mi razón.

Su sonrisa asoma
Y todo lo paga.
Todo lo vale.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Y todo vale la pena!
Tierno. Mucho.
Precioso, Malala!

Besos. Manzanas.

Anónimo dijo...

que delicia... como siempre.

Juan Carrizo dijo...

¡Que bello poema! también la "musa"
inspiradora es una criatura hermosa que sin ninguna duda debe llenar todas tus espectativas,y todo tu tiempo

Griselda dijo...

Muy bonito y tierno poema.Me gustó mucho.

Anónimo dijo...

Poema escrito desde el corazón.
Sí, a partir de los hijos, somos otros.
Y todo tiene un sentido distinto.
Beso.

Alicia M.

Anónimo dijo...

Qué bello...felicitaciones!!

carmen