miércoles, 5 de agosto de 2009

Reyes


Después de más de tres meses, por fin logré hacerme el momento de llamarlo para tener el tan postergado encuentro. Durante este tiempo, nos hablamos más de diez veces, sin lograr combinar nuestros horarios. Mudanza, sinusitis infecciosa, acompañar a Lola después de lo que pasó con su mamá, chocaban con un tormentoso mes laboral, su hija entrando a la adolescencia y un viaje más largo de lo que parecía. Imposibles agendas.


Pensar que cuando recién empezó esta historia, yo decía que él era todo lo contrario de mi hombre ideal. Y ahora, más de tres años después, no puedo imaginarme a otra persona más perfecta para mí que él. Casi parece ser yo, mi conciencia, mi raíz, mi tierra, lo más real, lo mayor cordura que mi propia cabeza puede crear.


¿Por qué no nos cansamos uno del otro? ¿Será por lo poco que nos vemos? ¿O simplemente porque tenemos que estar juntos a través de la vida? De ésta, de la única posible de disfrutar en el ahora. Y uno con el otro parece ser la mejor manera.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravilloso capítulo.
Me encantó leerlo.
Alicia Márquez

Unknown dijo...

El hombre no ideal puede ser un buen complemento. El hombre real.
Y el príncipe azul puede resultar un pitufo, ja!

Muy buenos estos textos contados con tu gracia, Malala. ¿O Buenala? Eso: buen ala, ¿qué te parece?
Un beso grande!

Unknown dijo...

Cómo me gusta lo que escribís! Cuándo lo hacés libro? Cuándo?!

María Laó dijo...

En eso estamos...
Ya tendrás novedades.
Buen ala, Máximo, para vos también!