martes, 20 de enero de 2009

Sillón de tres plazas

...Y el seguía sentadito en mi sofá, como lo más natural del mundo, acariciándome la panza, y diciéndome que estoy más hermosa que nunca.

A pesar de mis temores, no parece haberlo acobardado esta situación. (¿Algo lo logrará?) Pero a mí, sí, un poquito.

Por supuesto, todo fue muy polite, cero sexo –aunque todo en él sea sensualidad, y hasta nuestra manera de hablarnos y mirarnos esté cargada de algo que se siente que está por explotar-.

Pero, no sé... todo es tan raro.

Cuando se fue, nos besamos. Y, ¡ay, cómo lo extrañaba!

Me quedé sonriendo todo el resto del día, de la semana.

¿Qué es lo que hace que él vuelva y vuelva? ¿Y qué que yo jamás le cierre la puerta?

Quedamos volver a vernos, previo llamado, ya que yo ahora soy una mujer comprometida (¿?). Y, la verdad, lo llamaría ya mismo, aunque como una tonta, en el fondo espero que, cuando llegue Rami, todo vuelva a su cauce. Y esto haya sido sólo un jueguito inocente.

Es que no sé bien de qué otra manera podría manejarlo. Me hace sentir medio incómoda esto de seducir a alguien, en este estado. Hacer el amor con alguien que no sea el papá del bebé, quien, hasta ahora, compartió conmigo esta maravilla, y lo entiende, y es tan responsable como yo de todo esto. No sé... siento como si estuviera invadiendo el espacio de Joaquín con un extraño.

Aunque, al mismo tiempo, ¿dónde está escrito que, por estar embarazada, tengo que convertirme en la Virgen Mártir, y entregar mi amor, mi sexo y mi cuerpo a un hombre que, por lo visto, ya no está interesado en mí?
Realmente, me hizo sentir más que bien, y me alimentó el ego su visita -¡¡¡sobre todo porque no salió corriendo con mi aspecto!!!-.

Pero, de sólo pensarlo, me siento infiel. Y lo peor es que no sé por quién.

4 comentarios:

ALICIA CORA dijo...

Bravo Madonnita, cada publicación en tu Blog, me intriga más ¿Cómo terminará esto? Maravilloso, maravilloso, maravilloso. Besos brujos Alicora.

Anónimo dijo...

Querida amiga, cada vez que comienzo a preparar un plato de comida, lo disfruto. Pienso que si lo tuviera que hacer por obligación, me resultaría una carga... Y, pienso, que el amor es muy parecido... ¡Así que disfrutalo!

Hace muchos años que cocino y mis platos siempre fueron únicos e irrepetibles; ¿sabes por qué? Porque jamás usé un manual de cocina.. Creo que el encanto de amar y de cocinar es sentirse libres para hacerlo. Es más, no deberían existir esos libros que te dicen cómo cocinar o cómo amar...
Con cariño, Sergio

Anónimo dijo...

Interesante texto...y surge con una naturalidad tal que la luz por sí sola estalla.

Lily

Anónimo dijo...

Interesante texto...y surge con una naturalidad tal que la luz por sí sola estalla.

Lily