jueves, 26 de marzo de 2009

Casi vedada


Estuvimos pegoteados hasta que cayó la tarde, sin salir de la cama más que para picotear algo y hacer pis (con semejante panza, voy al baño doscientas veces por hora, incluso con él en casa).

Yo aprovecho: la obstetra me dijo que el sexo hace ayuda a llegar mejor al parto, así que no sólo es divertido... es también terapéutico.

Fue todo tan mágico que sentí como si hubiera venido a despedirse (no, no para siempre, sino hasta después de la bendita cuarentena). Falta menos de un mes para el nacimiento de Joaqui, yo voy a mudarme a lo de mi mamá para estar acompañada y cuidada por cualquier cosa que pasara, y ya va a ser un poco más complicado vernos, por no mencionar que no me siento muy ágil últimamente (aunque haya desafiado las leyes de la gravedad durante este día de desenfreno).

No importa. Será hasta la próxima. No me asusta ya separarnos. Entendí, por fin, que el tiempo y la distancia dejan de ser importantes cuando existe un amor como éste. Sabrá esperar. Sabré esperar. Agradezco infinitamente que haya estado conmigo en esta etapa de mi vida, que haya sido el hombre que fue, protector, cálido, compañero, y que me haya hecho sentir tan maravillosamente suya, a pesar de la historia.

2 comentarios:

Unknown dijo...

¿Uno termina agradeciendo lo poco o mucho muy bueno que le pasó a pesar de que la relación no es lo que se dice buena, o me equivoco acerca del final? Si no es así, decime por favor.
Qué limpito y justo que está escrito. Me encanta.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

hola amiga, como siempre muy interesantes tus párrafos... pienso que cada una de tus palabras escritas dejan congelada "vida".
Te admiro profundamente
Sergio